miércoles, 4 de febrero de 2009

Un reducido hombresito que bien rellenaba sus pantalonsillos azules y su camison color rojo con su regordeta figura se asomo por una pequeña puertesilla de una graciosa calabaza, venia arrastrando un saco lleno de hojuelas doradas, dejo el saco por un lado y trepo por mi brazo derecho hasta llegar a mi oído para decirme unas secretas palabras mágicas, enseguida puse sobre la mesa un par de tazones y el hombresito de espiritu inquieto empezó a vacear en los tazones un montón de hojuelas doradas que al ir callendo emitían un ruido como si fuesen muchas moneditas de oro sonando al chocar unas con otras. Le agregue jugo blanco extraido de algunas plantas y semillas, entonces el hombresito tarareando y muy alborozado se metió dentro del anaranjado y globoso fruto otra vez. Los dos tazones quedaron bien servidos, de tales ascendían destellos dorados que al instante a mi amado elfo y a mi nos conquistaron. No resistimos a esa magia por saborearle y de ahí la felicidad fue en aumento... fue como si el sol naciese para nosotros mas pronto de lo esperado.
¡Sonríe, sonríe, sonríe y escucha ese bajo en la canción, es tan bonachón!

Dulce dorado, magia magnifica
Cientos de hojuelas, cientos de saltos
Enciende las luces, sorpresas deslumbran
Fluye libre lo que nos concede
Tumtun, tumtun, tumtun, tumtun, tun...
Etiquetas: Escritos
3 comentarios:
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A las 4 de febrero de 2009, 23:55 , Plantae Spirale ha dicho...
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A las 5 de febrero de 2009, 14:24 , ha dicho...
Desde el momento en que ambos pisaron las secas hojas que yacían alrrededor de senderos con extrañas y estorbosas construcciónes, los árboles en su natural curiosidad, se amontonaron unos con otros para ver de que se trataba; pues parecía que una estrella había pisado tierra. Las criaturas que se esconden dentro de los árboles, por hace más de un siglo, fueron notificadas por los árboles de nuestra presencia; no era común ver alrrededor de esas tierras a seres como los que habían entrado esa tarde. Las dos simpáticas criaturas (como lo pensaban los árboles) comenzarón a correr entre las construcciónes y fuera de ellas. Pronto sintieron un aire denso y dificultades para continuar; la gravedad parecía aumentar, o al menos así lo pensaba la figura masculina. Los culpables de tal y prematuro agotamiento, eran los árboles; habían decidido dar un regalo para aquellos que con simpatía entraron en aquel lugar. Liberaron, a lo que las pequeñas criaturas en el interior de ellos llaman "Esporas de la dicha". Después de dejar alegremente el lugar de construcciónes ovaladas, y árboles, emprendieron hacia la calabaza mágica en donde la chica usualmente toma el sueño. Entonces, fue poco después de que el sol se despidiera por completo, que ella entró a la calabaza, sorprendiendo al raro chico con hojuelas doradas con un brillo muy peculiar.
=D Quiero! jaja se me antojaron un monton xD. -
A las 9 de febrero de 2009, 13:58 , ha dicho...
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