lunes, 17 de marzo de 2014
Hace tres días debí dejar que me quitaran los puntos de sutura... que cortaran ese hilo con el que me cosieron, que me quitaran cada puntada. Ese hilo que mantuvo unido lo desbaratado cuando el desastre estaba vivo y fresco... lo único que unía de vuelta mi vientre recién abierto...
Aunque a la herida le falte poco para convertirse por completo en una cicatriz en la capa externa, hoy cortaron los nudos del hilo y jalaron para extraerlo, mas todo se había complicado, el hilo se había encarnado... ya no había salida de aquel problema que no implicara pasar nuevamente dolor. Jalaron con fuerza y mientras se deslizaba lentamente hacia afuera... fue un intenso suplicio. La herida se removió, quedó resentida y volvió a sangrar. Retiraron el hilo que había ayudado tanto, mas no podía continuar allí hasta el final. Ahora, sin el hilo podrá terminar de cerrar por completo...
¿Cuántas veces hemos también cosido las heridas de nuestro corazón con hilos que después debemos extraer removiéndolo todo?... Así como ese hilo... te encarnaste tanto en mi y casi simultáneamente me los arrancaron...al hilo quirúrgico del cuerpo y tus hebras mágicas con las cuales suturaste lo roto de mi corazón. Pero sobre todo... me has dejado mucho más que este sangrado...
Etiquetas: Escritos
1 comentarios:
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A las 19 de marzo de 2014, 15:03 ,
ha dicho...
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