Verloren Spirale

Azul ultramar

miércoles, 15 de julio de 2020

La noche cercana al tercer eclipse lunar penumbral del año en curso, después de iniciar un aprendizaje profundo sobre el mantra yoga me acerqué a mi maestro para despedirme, seguidamente me dijo que sentía que era mio un vestido olvidado y guardado en el rincón del olvido desde justo antes del confinamiento por cuarentena. Me aproximé al sitio y cual fue mi sorpresa... era mi vestido largo de color azul... de inmediato recordé con exactitud el día en que lo olvidé.
Tomando mi vestido percibí todo el aroma de quien ese día me tuvo entre sus brazos... se encontraba en su plenitud impregnado de su aroma, repentinamente se desbloqueo todo lo que reprimí dos meses... lloré sin más ya en pleno eclipse, en cada suspiro sentía todo el amor tan tierno que me conectaba a él... volví a sentir aún sabiendo cuánto no fue verdad, sin embargo el amor por si mismo subsistió.

Cuatro largos meses se conservó cierto perfume en las hebras finas que conforman la tela de mi vestido azul, su aroma concentrado trascendió el tiempo de confinamiento y abrió el portal de mi cuarto centro de energía. Gotas innumerables se derramaban caudalosas limpiando mi alma... sin impedimento alguno sentí y sentí, lloré y lloré hasta caer enferma ya en la madrugada. Antes de quedarme dormida tomé el vestido aún conmovida por su aroma y lo guardé. A la mañana siguiente no podía oler nada... nada.

Mi sentido del olfato parecía haber desaparecido en su totalidad, no podía percibir absolutamente ninguna clase de olor. Me sentí desorientada, siempre fui muy sensible a los aromas en el entorno y ahora no me podía guiar por ese sentido. Busqué mis frascos de aceites esenciales y abrí el de flores de lavanda para encontrarme sin poder registrarlo, ni el frasco de canela, ni las plantas aromáticas, ni el olor del pan, ni el olor a lluvia, ni el olor de mi taza de chocolate, ningún olor agradable o desagradable, ni el aroma del vestido azul, ni mi propio olor, nada.

Si las personas a mi alrededor mencionaban algo sobre algún aroma del ambiente era la única manera de enterarme de detalles de los que no me estaba percatando, tenía una extraña sensación de percibir el mundo desde lejos, desde más lejos que de costumbre y así trascurrieron los días.
Cada mañana despertaba con ánimos de descubrir si ya podía oler algo, mas no pude durante nueve días seguidos percibir olor alguno, hasta el día de hoy.
Al despertar esta mañana fui a buscar el frasco de canela, lo abrí y ahí estaba por fin percibiendo unas ligeras y tenues notas de canela.

Aún no percibo todos los aromas y los pocos que percibo son en medida muy ligera, muy lejanos, casi nada.
La percepción de la vida desde una experiencia de un cuerpo humano cambia considerablemente sin uno de los sentidos...

Observo la sincronicidad de los sucesos, encontré repentinamente mi olvidado vestido azul ultramar impregnado del aroma del ser a quien dulcemente he amado, mi corazón se volvió mar y después del encanto marino y la belleza exaltada del aroma... perdí el sentido del olfato.

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